Crónica de mi primer día en París

Cada vez que escribo un diario de viajes trato de que contenga la mayor cantidad de datos útiles para que quien lo lea, pueda sacarle provecho. Siempre trato de evitar comentarios acerca de la ropa que usé tal día, la cantidad de valijas que llevé o si llamé a mi mamá por teléfono porque creo que no suman al objetivo, que es transmitir una experiencia con información que pueda servirle a otro viajero.

Sin embargo, el día que viajamos a París nos pasaron tantas cosas que no podía dejar de escribir al respecto. A pesar de que habíamos planeado todo de manera tal de no tener contratiempos, el mal clima y la mala suerte casi nos hacen perder un día de viaje.

Acá va la crónica de nuestro «accidentado arribo» a la Ciudad Luz.

Capítulo 1: Un comienzo accidentado

Para empezar digamos que no elegimos el mejor día para viajar, ya que el lunes 12 de Marzo amaneció con las condiciones climáticas más desfavorables. Pero bueno, convengamos que era muy difícil deducir en enero (fecha en la cual compramos el pasaje) que en marzo se iba a producir una de las nevadas más grande de Europa en años. Últimamente el clima no es muy predecible que digamos…

Mi amiga Silvina, quien chequeaba el clima todos los días, me había advertido que para ese lunes se esperaba una fuerte nevada en varias ciudades europeas y así fue.

Como nuestro tren salía a las 07:13 am, ese día nos levantamos muy temprano para poder llegar a la estación a tiempo. A las 06:00 AM, y a pesar de que aún no había amanecido, ya se podía ver la nieve acumulada en la calle desde la ventana de la habitación.

El único plan para esa mañana (llamémosle PLAN A), era llamar un taxi que nos llevara a la estación. Quisimos reservar la noche anterior, pero el recepcionista del hostel nos dijo que no era necesario. Lo que sucedió al otro día fue que el servicio tenía una demora de 30 minutos, lo que nos obligó a inventar un PLAN B: salir a la calle y buscar un taxi.

Si bien sabíamos que hacía mucho frío y que estaba nevando, una cosa es ver la nieve por la ventana y otra muy distinta es salir afuera con las valijas y encontrarse con varios centímetros acumulados en la calle. Arrastramos las valijas como pudimos e intentamos buscar un taxi, plan que también fracasó: había uno solo móvil en la calle, pero vacío: el chófer se había ido vaya a saber donde a refugiarse del frío.

Entonces, dada la situación, pusimos en marcha el PLAN C: tomar el metro. Compramos el ticket y nos subimos en la línea 2 con destino a la Gare Midi de Bruselas. Por suerte la noche anterior habíamos estado dando vueltas por la estación y ya habíamos identificado el andén desde donde salían los trenes internacionales.

Lo malo es que teníamos los minutos contados (y las mochilas muy pesadas) y llegamos a la estación con el tiempo justo: faltaban solo 2 minutos para que el tren saliera.

Subimos al tren en el último minuto y empezó la siguiente maratón….

Capítulo 2: Bienvenidos al Tren

Las noticias no eran buenas en la estación, la nieve estaba provocando la cancelación de todos los vuelos y buses en varias ciudades europeas. Nosotras tuvimos suerte porque APARENTEMENTE nuestro tren iba a salir en tiempo y forma.

Con los minutos contados, llegamos al andén correcto pero… NOS SUBIMOS AL VAGÓN EQUIVOCADO. Como no teníamos tiempo de bajar del tren para buscar el vagón correcto, tuvimos que dejar las valijas en el primer compartimento vacío que encontramos y empezar a caminar hasta llegar a nuestros asientos.

No miento si digo que caminamos al menos 20 minutos adentro del tren!. Íbamos de acá para allá, de vagón en vagón, incluso nos metimos en la clase ejecutiva hasta que por fin pudimos sentarnos en los 2 primeros asientos libres que encontramos.

Nuestra felicidad era completa, tanto así que me relaje y me dormí hasta que…

Capítulo 3: Volviendo a Bruselas

En pleno viaje me desperté pensando que ya estábamos en París, cuando mi amiga me dio la feliz noticia: “El tren está volviendo a Bruselas porque no puede seguir por la nieve”

Si, después de todas las corridas, volvíamos nuevamente al punto de partida. La situación adentro del tren y en la estación era de caos total: pasajeros que subían y bajaban del tren, gente enojada, quejas, insultos en francés y neendarles y todo lo que puedan imaginarse. La única explicación que obtuvimos por parte del personal de la estación fue que el tren podía salir en 15 minutos, 30 minutos o al otro día.

Como el clima era bastante frío, decidimos buscar algo para desayunar. Mi amiga fue corriendo a buscar unos cafés y unas croissants (si, corriendo porque tenía miedo de que en su ausencia el tren partiera) y nos quedamos desayunando adentro del tren, dispuestas a esperar el tiempo que fuese necesario.

Dos horas después y cuando ya casi perdíamos las esperanzas, el tren finalmente partió. El viaje de 1:30 de duración, que nos iba a dejar en París a las 08:35 de la mañana, se transformó en un viaje de miles de horas!.

Capítulo 4: Y esto no es todo!

Llegamos a la Gare Du Nord cerca de las 15 horas y compramos los tickets de metro correspondientes para poder movernos por la ciudad. Habíamos superado el caos de Bruselas y empezábamos a disfrutar de París cuando mi mochila, que ya cargaba con 5 kilos extras en concepto de material Beatle comprado en Liverpool, se quedó atascada en los diminutos molinetes del subte. Logré destrabarla con la ayuda de una señora y me encaminé hacia el metro,  pero…

Capítulo 5: Lo que faltaba

Unos segundos antes de subir me di cuenta de que había perdido mi billetera en la estación con todas mis tarjetas de crédito y débito!.

Bingo.

Por suerte el efectivo siempre viaja conmigo  y a las tarjetas las llevo solo como respaldo, así que no había de que preocuparse.

Además, a esta altura del viaje ya no importaba nada.

La ciudad de Rayuela me esperaba y yo tenía la piedrita y la punta del zapato para jugarla.