Estancia Jesuítica Colonia Caroya: un paseo cercano por la historia
Dos enormes palmeras, seguidas por un frondoso y verde jardín nos dan la bienvenida a esta vieja casona colonial que fuera utilizada como solar veraniego de los estudiantes del Colegio Monserrat y que se transformara, años más tarde, en la primera fábrica de armas blancas del país.

La Estancia de Colonia Caroya fue la primera estancia que organizó la Compañía de Jesús hacia el año 1616 y forma parte del legado que los jesuitas dejaron en nuestra provincia y que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.
Allá por el año 1661, esta casona fue vendida al fundador del Colegio Monserrat Don Ignacio Duarte Quirós, quien años más tarde la donaría al colegio para que fuera utilizada como casa de verano de sus estudiantes.

Entre los años 1814 y 1816, las guerras de la independencia hicieron que Colonia Caroya se convirtiera en la primera fábrica de armas blancas del país. Es aquí en donde se confecciona la espada del General José Artigas, prócer de la banda oriental.
Años más tarde la vivienda pasa a manos del gobierno nacional y en 1876, el por entonces presidente Nicolás Avellaneda, dispone que la estancia sea el lugar de alojamiento de los inmigrantes italianos provenientes de Friuli.

Ni bien ingresamos a la vivienda, nos encontramos con un gran patio central en el que se destaca el aljibe y se percibe el intenso olor de los naranjos. Diez habitaciones amobladas con muebles y objetos de diversas épocas, forman el claustro al cual se accede luego de atravesar las frescas y amplias galerías de paredes blancas con arcos de medio punto.
Además del claustro, esta estancia contaba con un tajamar, lavaderos y perchel, un molino y un área dedicada a la quinta.

Mención aparte merece la pequeña capilla, que data del siglo XVII y que cuenta con sólo una imagen en el altar de la Virgen de Monserrat. Tanto el exterior como el interior son austeros: las paredes están conformadas por piedras a la vista y la cubierta es de tejas musleras, igual que en el resto de la casa.
Una pequeña escalera interior da acceso al coro alto y una diminuta ventana, próxima a la escalera del coro, permite el único ingreso de luz natural.

Como sucede en cada una de las estancias jesuíticas, cada espacio resguarda testimonios que reflejan el vivir de la época y atestiguan el paso de quienes dejaron huellas imborrables en la ciudad caroyense.
Valiosos arcones de madera y sillones fraileros probablemente hayan sido testigos de los días de descanso que pasaban los alumnos del Monserrat. Las carabinas Remington y Charleville, además de los sables y espadas de la época revolucionaria nos remontan a los tiempos en que la casona era abastecedora de las puntas de bayoneta para el Ejército del Norte.
Por aquel entonces, estos claustros alojaron nada más ni nada menos que al General Manuel Belgrano y al General José de San Martín de paso a Saldán en su entrevista con el General Juan Martín de Pueyrredón.

Los baúles de viaje y las ruecas para hilar testimonian el paso de los friulanos por esta ciudad. Fueron ellos, quienes luego de instalarse en los cuartos de la estancia, comenzaron a organizar el poblado en las inmediaciones cercanas al casco.
Así, suspendida en el tiempo, la vieja estancia de Caroya atesora el legado más importante de la ciudad y abre sus puertas para todos los que quieran adentrarse en el sentir y vivir de aquellos que la habitaron a lo largo de la historia.

Datos Útiles:
Centro Turístico Caroya: Centro de interpretación del legado jesuítico y camino real para la recepción y atención de turistas / Horarios: De martes a domingos y feriados de 9.30 a 19.30hs /Dirección: Av. 28 de Julio n° 365 / Facebook: Centro Turístico Caroya
Cómo llegar a Colonia Caroya:
- En auto: por la ruta nacional Nº 9 y si se accede desde las Sierras Chicas por ruta E66
- En ómnibus: varias empresas salen desde Córdoba Capital con destino a Colonia Caroya como por ejemplo Fonobus ($61) y Colonia Tirolesa ($51).
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