Chullpas de Sillustani: un misterioso cementerio en las alturas de Puno
Había viajado a Puno con la idea de visitar, entre otros lugares, las Chullpas de Sillustani. Llevaba en mi cuaderno de viajes algunas anotaciones sobre cómo llegar y qué tipo de vestimenta llevar para protegerme del sol y sobre todo del frío en las alturas. Por cuestiones climáticas, la noche anterior había decidido visitar el complejo arqueológico por la tarde, ya que se esperaban lluvias por la mañana.
El día que tenía planeada mi visita a Sillustani, me levanté temprano y luego de desayunar, me encaminé hacía el Museo Carlos Dreyer (15 soles la entrada). En el post anterior mencioné que valía la pena visitar este museo y que lo que más me había gustado al recorrerlo fue el “Salón de Arqueología Regional”, porque allí había muchísimo material sobre esta zona arqueológica..
Cuando digo “material” no me refiero solo a folletos o carteles, sino al hecho de que este museo alberga muchos de los tesoros que fueron descubiertos en Sillustani, incluyendo piezas de oro y unas momias impresionantemente conservadas.
Sin dudas visitar este museo fue fundamental a la hora de tratar de descifrar el significado y todo el misterio que encierran las chullpas.
Pero mejor volvamos a la visita, ya que a esta altura te debes estar preguntando de que va Sillustani y cómo se hace para llegar a este lugar.
Cómo llegar:
La manera más fácil de acceder a Sillustani desde Puno es contratando una excursión en cualquiera de las agencias de turismo que hay en la calle Lima. Usualmente empiezan a las 14:00 y se regresa a Puno cerca de las 18:00. El costo ronda los 50 soles e incluye recogida en tu hotel, traslados y guía.
También podes ir por tu cuenta y para ello tenes que tomar un colectivo de Puno a Juliaca (3 soles) y avisarle al chófer que se detenga en el desvío a Sillustani. Una vez que te bajas del primer bus, tenes que tomar otro colectivo (3 – 4 soles) hasta la entrada del sitio arqueológico. El valor de la entrada general es 10 soles y si sos estudiante (y llevas tu libreta que lo acredita), abonas la mitad.
Por mi parte decidí contratar un tour, ya que me interesaba hacer el recorrido en compañía de un guía. Siendo guía de turismo, pienso que vale la pena pagar un poquito más para aprender y escuchar de todas aquellas personas que han estudiado el tema y que conocen la zona.
Cómo es la visita:
El bus me recogió del hostal a las 13:45 y tras 40 /45 minutos de viaje (en el camino íbamos recogiendo a otros pasajeros), nos encontrábamos en la puerta de la zona arqueológica. No habíamos ingresado aún, pero ya estábamos deslumbrados por la belleza de la Laguna de Umayo y por las decenas de chullpas que podíamos ver diseminadas en lo alto de una colina.
Sillustani viene de la palabra Sillus (uña) y llustani (resbaladero), por lo que se podría decir que su nombre es “Resbaladero de uñas” y hace referencia a que la unión de los bloques externos de las chullpas no permite ni el pasaje de una uña.
Estas torres funerarias son un verdadero lugar de culto religioso a los muertos, pero no a cualquier muerto sino a los pertenecientes a la élite Collao e Inca. Estas construcciones de forma circular están ubicadas a la orilla de la Laguna de Umayo y esta ubicación no responde a una casualidad: la orientación de los cuerpos hacía canales de agua nos indica que ese pueblo tenía al “agua” como un elemento importante de su cosmovisión.
Las chullpas fueron construidas por los antiguos pobladores del altiplano durante el periodo Tiahuanaco y la idea de su aparente función funeraria proviene de los cuerpos momificados encontrados en su interior.
El procedimiento funerario era muy delicado: primero momificaban al difunto y luego lo introducían en la chullpa por una abertura que daba al este y por la que solo cabía una persona. Finalmente, colocaban la momia en posición fetal junto con el “ajuar funerario”, el cual estaba compuesto por valiosos objetos de cerámica, oro y plata. En algunos casos los muertos se enterraban con alimentos, para que cuando estos resucitaran pudieran comer y beber a su voluntad.
Las chullpas tienen aproximadamente 12 metros de altura y resulta sorprendente cómo consiguieron hacer unas torres totalmente cilíndricas usando rocas tan grandes. En las estructuras más pequeñas podían caber 3 o 4 cuerpos y en las grandes podían ser una docena: en ambos casos una vez llena la edificación se clausuraba la entrada.
Lo que más me gustó del lugar, además de lo colosal de las construcciones, es el entorno: la laguna le da al lugar un toque misterioso y una vez que estas en lo alto de la zona arqueológica no podes dejar de maravillarte. Sin dudas este es uno de los lugares más mágicos que visité en el Perú.
Tuvimos mucha suerte en nuestra visita, porque las nubes que inicialmente todo lo opacaban, se disiparon al llegar a la cima y el sol lentamente nos fue regalando unas postales inolvidables. Tanto así, que hasta nos olvidamos de lo agotador y costoso que nos había resultado subir.
Luego de escuchar las explicaciones de la guía que nos acompañaba, tuvimos tiempo de recorrer la zona por nuestra cuenta y de sacar muchas fotos.
Finalizada la visita al sitio arqueológico, y antes de llegar al centro de Puno, hicimos una breve parada para visitar a una familia que habitaba una pequeña vivienda en la zona de Hatunqolla. Allí nos esperaban para mostrarnos su casita y para degustar un delicioso queso de cabra, acompañado de pan frito y de una especie de pasta llamada “chaco”, que no es otra cosa que arcilla comestible.
Al entrar a la vivienda me llamaron la atención unos toritos ubicados sobre la puerta de ingreso: en realidad los había visto en casi todo el país incluyendo la capital, pero en el sur me resultó más habitual. El señor que vivía allí me explicó que se llaman “Toritos de Pucará” y que esta tradición proviene de un pueblo llamado Pucará que está ubicado unos 100 Km al norte de Puno. Los toritos se colocan de a dos sobre las casas y traen felicidad, protección y fertilidad a todos los que la habitan. Además, se los considera un símbolo de la identidad andina y es por eso que muchas familias los tienen en sus techos o como adornos en las viviendas: para vigilar sus hogares, bendecir los matrimonios y proteger a la familia.
Luego de esta última parada, emprendimos el retorno a Puno, agradecidos por la hermosa y soleada jornada que nos permitió disfrutar del increíble paisaje Sillustani y sus chullpas.
Debajo, la prueba de que estuve ahí 😛
Bueno, esto es todo por ahora.
Los espero en el próximo capítulo de este viaje.
Abrazos, Patricia
excelente redaccion
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Muchísimas gracias Victoria!!! Te mando un gran abrazo desde Argentina!
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